Este relato es para celebrar que ya tengo 600 seguidores en Wattpad o/
Por el grupo de facebook se hizo una encuesta y la novela ganadora fue "No te vi, te reconocí" ; juro que intenté hacerlo de terror, pero que va... Diego y Mika siempre hacen lo que quieren jajajajaja
¡Feliz Lectura!
ONE SHOT
Al fin en casa
y más tranquila.
He tenido un
día muy agitado y lo único que deseo es descansar. Me percato por la ventana
del cuarto que ya es de noche.
Estoy sentada
en la orilla de la cama deshaciéndome de mis tacones cuando un aterrador grito resuena
y el eco del pasillo lo prolonga. El corazón me palpita fuerte, tanto, que el sonido
del bombeo pesado me marea un poco.
De inmediato y
con un sudor frío recorriéndome el cuerpo salgo de la habitación y corro hasta
la de Maia. Al asomarme y ver que duerme plácidamente… me estremezco.
¿Qué ha sido
eso? ¡Qué horrible se ha escuchado!
Salgo de la
habitación y me dirijo a la cocina, todavía estoy temblando. Enciendo la luz y
me voy derecho a la nevera. Saco la jarra de agua y me pongo a beberla sin
siquiera buscar un vaso.
Cuando bajo la
cabeza, escupo una gran cantidad porque me encuentro de golpe con los ojos de
reproche de mi hija, que me mira desde la puerta.
—Mami, ¿Por
qué estás bebiendo de la jarra?
—Porque… Por…
¡Me asustaste, Maia!
—¿Papi ya
volvió?
—No, aún no
cariño ¿Qué haces despierta?
—Hay una
señora en mi habitación. Ven mami, dile que se vaya. Me da miedo.
—¿Una señora?
—Pregunto con los ojos desorbitados.
Maia me toma
de la mano e insiste.
—¡Vamos, mami!
Tú eres grande.
—¡Oh, cariño!
La cargo y le
acaricio el cabello. Sí, soy adulta pero igual estoy asustada. No puedo
decírselo y menos cuando me pide ayuda con ojitos temerosos.
—A ver…
¿Quieres dormir conmigo hoy?
Ella asiente y
su azulada mirada se transforma en agradecimiento.
Cuando
entramos a mí habitación me cago de miedo realmente. La ventana está abierta y
en ese momento todo queda en una profunda oscuridad.
La niña grita
con todas sus fuerzas y yo por instinto le tapo la boca.
—Calma, a veces
se va la luz mi amor —digo tratando de ser valiente y tanteando sobre la cama
para encontrar mi móvil. Cuando lo consigo y enciendo la luz de la pantalla
Maia hace un amago de sonrisa.
—Quiero a
papi. —Me dice.
—Yo también
—respondo.
No la culpo.
Estoy echa una mata de nervios. Necesito que Diego llegue pronto. Nos acostamos
en la cama y como si pudiera servir de protección nos cubro hasta el cuello con
el edredón matrimonial.
—Toma mi mano,
mami.
Así lo hago.
Beso su frente y le sonrío.
—Trata de dormir,
pequeña. Yo estaré aquí abrazándote ¿Está bien?
—De acuerdo.
A la media
hora Maia ya está dormida y la luz ha regresado.
Me pongo a ver
televisión para relajar la mente pero es misión imposible. Todos los canales se
han puesto de acuerdo en pasar películas de terror porque mañana es el día de
los muertos.
La noche de
Halloween será como todas, disfrazaré a Maia con el propósito de que ningún
espíritu maligno le haga daño y se confunda. Eso decía la abuela Erika; y su
papá lo cree al pie de la letra ¿Para qué contradecirlos? De todas maneras me
encanta maquillarla y ver como ríe al verse disfrazada de algún personaje de
fantasía. Este año ha escogido ser Alicia
en el país de las maravillas. Iremos a la fiesta de Celeste y ella comerá
golosinas para saciar el azúcar de un año entero.
La llamada que
le estoy haciendo a Diego, se ve interrumpida para variar, con la muerte de la
batería de mi móvil. Con una maldición lo pongo a cargar y tomo el teléfono
fijo.
Arrugo la
frente porque una melodía se escucha a lo lejos, sin despegar el auricular de
mi oído camino en búsqueda del sonido. Es la canción que tiene Diego como timbre
de llamada, la luz de la pantalla iluminada me hace encontrarlo sobre el
mueble. Miro a todos lados y no hay nadie. Me asomo por la ventana y su carro
no está en el garaje.
—¿Diego ya
llegaste? —Pregunto con voz clara pero no recibo respuesta.
Un ruido me
pone tensa.
«Tranquila,
debe ser el gato del vecino de nuevo»
Escucho otro
misterioso ruido pero esta vez más cerca, el frío me hiela la sangre.
—No es
gracioso —digo temerosa porque no puedo quitarme la sensación de que me
observan—. ¡Sabes que odio que me asusten!
Tampoco hay
respuesta alguna. Al parecer no ha llegado, no lo entiendo. Trato de calmarme.
Estoy tan asustada que me tiemblan las manos. Es tan ridículo y absurdo estar
tan aterrada y dejar que mi imaginación me juegue una mala pasada. El grito de
hace rato seguro fue en la televisión y Diego, debe haber dejado su teléfono ésta
mañana.
Pero entonces
me doy cuenta que no es mi imaginación, ya que una figura oscura me observa
desde la puerta de la casa. Comienzo a respirar con mucha rapidez y suelto un
gemido ahogado. Una criatura horrenda se me acerca entre risas. Quiero
enfrentar a la espantosa amenaza pero no puedo, estoy paralizada. Asustada
busco la forma de correr, pero la figura me alcanza y las carcajadas retumban
por toda la sala. Lo comprendo todo.
—¡Ya nena, soy
yo! ¡Soy yo! —Me libero de su agarre y lo miro horrorizada.
Diego se quita
la espantosa mascara y puedo apreciar su sonrisa descarada.
¡Es que yo lo
matoooo!
—¿Te has
vuelto loco? —Grito enojada.
Diego ríe en
voz alta y yo lo fulmino con la mirada.
—¡Solo fue una
pequeña broma, nena! —Quiere justificarse pero el susto que me ha dado casi me
infarta. Lo golpeo en el brazo.
—Esas bromas
no me gustan, Diego —miro la horrenda mascara que tiene en la mano—. ¿No estás ya
bien grandecito como para andar disfrazándote? ¡Te pasaste! Pensé que era un
ladrón o… ya ni sé lo que pensé. Creí que habías dejado el teléfono esta
mañana. Y si vas a seguir riéndote como idiota, vas a dormir en el mueble.
Comienzo a
caminar pero es obvio que no va a permitir que siga molesta. Diego se apresura
a tomarme del brazo e intenta abrazarme.
—Nena,
discúlpame. Tienes razón. No debí asustarte así —exhalo y lo miro—. Sabes
cuánto me gustó la película de Solo los
amantes sobreviven y cuando vi ésta mascara, no dudé en comprarla para
usarla en la fiesta.
Para seguir
buscando una disculpa besa mi cuello y yo suspiro con resignación.
—¿Todavía me
vas a echar del cuarto?
—Sí.
—¿Sí?
—Pregunta retrocediendo un poco para verme bien a los ojos.
—Sigues siendo
un idiota por asustarme pero el motivo por el cual dormirás hoy en el mueble,
es otro. Maia tiene invadido tú lado de la cama.
—Nena, yo
puedo cargarla y llevarla a… —Alzo un dedo y Diego cierra la boca.
—Déjala ahí
hoy —quiero explicarle el motivo pero estoy muy cansada. Decido que mejor le
cuento por la mañana.
—No creo que…
—Ya traigo tú
almohada —digo antes de besar sus labios.
Seeee, así es
como se castiga a un esposo bromista.
Regreso con la
almohada y mi boca se seca viendo la escena que tengo frente a mí. Diego,
únicamente vestido con sus bóxer negros ¡Pero con qué rapidez se ha desnudado!
Su cuerpo entero expuesto ante mis ojos siempre es una maravilla de admirar.
—Aquí…
está —logro decir.
De acuerdo,
siempre lo logra ¿Cómo puede ser legal que un hombre sea tan atractivo? Tenemos
seis años juntos y aún me descontrola esa espalda musculosa y ese trasero tan
bien torneado.
Boqueo como
pez prácticamente, mientras él se acerca acompañado de su radiante sonrisa
sensual y me extiende una bolsa. No contaba con que además del espectáculo
visual el paquete incluía regalo.
—Y ¿Esto qué
es? —Pregunto apartando los ojos de él y curioseando dentro de la bolsa.
Sorpresivamente
me acorrala entre sus brazos.
—Es algo que
vi en la tienda de disfraces y que me encantaría verte puesto —ronronea en mí
oreja.
De un segundo
a otro me besa con mucha intensidad y sus manos inquietas acarician mi espalda
por debajo de la franelilla.
—Diego, para.
Quiero ver que es —susurro con voz ahogada en cuanto muerde el lóbulo de mi
oreja.
¡Maldición,
que bien conoce mis puntos débiles!
Me besa de
nuevo con urgencia hasta que para de golpe. Lo miro desconcertada y aturdida. Anda
eléctrico, ardiente e infinitamente exquisito. Retrocedo dos pasos y abro la
bolsa ¡Qué el Dios del sexo me perdone por ser tan curiosa! Cuando al fin veo
lo que hay dentro, arrugo la cara.
—En serio
dormirás en el mueble de por vida.
Las comisuras
de sus labios se elevan.
—¿No te gusta?
—¡No!
—Pero a mí sí.
Vamos, te quedará bien.
—No puedo ponerme
algo como esto ¿Estás loco?
—¿No puedes o
no quieres?
—¡No quiero!
Que horrible me veré así.
Diego rompe la
barrera de distancia que hay entre nosotros y acaricia su nariz con la mía.
—Así... ¿Cómo?
Estoy perdida,
completamente perdida ¿En serio quiere que use esto?
—Puedo
cumplirte fantasías, sí. Pero no disfrazada de “La tigresa del Oriente” ¿No podías conseguir otra cosa?
Su pecho sube
y baja por la gran carcajada que suelta.
—Nena, pero
¿Qué tiene de malo? Quiero tener una noche desenfrenada contigo, y ya que estoy
castigado en el sofá podríamos comenzar ahí y terminar en donde tú quieras ¿Qué
te parece?
Su sonrisa se
ensancha con cada palabra que dice ¡Dios mío, estoy viviendo con el mismísimo
diablo! Pero odio la idea de ponerme esta malla atigrada.
¡Si Celeste y
Melisa me ven vestida así se burlarán de por vida!
Pero es mi
esposo el que me lo está pidiendo. Le hago frente a su mirada azulada y
compruebo la intensidad en sus pupilas ¡Por todas las fantasías lujuriosas del
mundo! Siento calor, muchísimo calor solo con imaginar lo que me hará ¿Cuándo
comencé a ser tan pervertida? Bueno, no hay nada de malo en complacer a tu
ardiente y desconcertante esposo ¿O sí?
—Lo voy a
pensar —logro decir sin develar los planes que maquino en mi cabeza.
—¿Seguro,
señora Dávila?
—Me acabas de
confesar una perversa fantasía. Debo pensarlo señor Dávila.
—Ah, no nena,
ni hablar. Cuando te cuente la fantasía completa entonces te vas a
escandalizar.
Me echo a
reír.
—¿Incluye
fresas y chocolate?
—Incluye
fresas y chocolate —confirma—. Así que no se diga más.
—Me parece
bien —lo beso rápidamente en los labios y le lanzo la almohada—. Dulces sueños,
Diego.
Suspiro, este
hombre me vuelve loca.
La noche
siguiente Diego está estacionando frente a la casa de Celeste. La imagen ante
mis ojos es algo alucinante. Tengo que reconocer que mi amiga se fajó en la
decoración, la fiesta promete sin ni siquiera entrar. Pero tengo que avisarle
que hemos llegado así que junto a la pequeña Alicia cruzo la puerta, que está llena de algo rojo y viscoso
parecido a la sangre.
Las vistas del
interior son perfectamente peores que la del exterior. Por un momento me siento
en la mansión del terror. No puedo ni reconocer a nadie con tantos disfraces.
—¡Al fin llegan!
Identifico la
voz de Celeste. Quien aparece frente a nosotros como la mismísima muñeca Anabelle ¡Dios, de verdad quedó
igualita! Trae en sus manos una copa con un líquido rojo y me examina de pies a
cabeza antes de abrazarnos.
—¡Qué feliz
estoy de que estén aquí! ¿Maia quieres jugar con Theo? Está en el patio junto a
los otros niños contando dulces. Mi pequeña asiente y sin más sale disparada a
buscar a su primo.
—Ya… es que
había cola y…
Me callo
porque mira a todos lados ¿A quién busca?
—¿Y el domador
de fieras? ¿No vino contigo?
¡Pero por
supuesto que no iba a pasar por alto mi vestimenta!
—¡Cállate,
tonta! Está parando el carro.
—¿Y por qué
esa cara? ¡Te ves sexy! ¡Miauuuuu!
—No sé, me
siento extraña. Pero él insistió.
Pone cara de
asombro y luego se echa a reír.
—¡Me parece
que alguien quiere comerse al tigre!
—¡Para ya!
Mejor dime ¿Qué estás bebiendo? —Pregunto para que olvide mí estúpido disfraz.
—Pues ni idea,
chica —Le da un sorbo y me mira—, lo preparó Manuel pero sabe bien.
Cuando Diego entra se saludan y le hace una
cruz con sus dedos ya que él viene disfrazado de vampiro ¡De verdad está loca!
Nos echamos a reír y vamos en busca de Manuel.
A mitad de la
noche Celeste no da crédito a nada de lo que le digo. A medida que le cuento lo
que ha pasado la noche anterior, mayor es su cara de asombro. Me impresiona que
no haya pestañeado en ningún momento y lo más asombroso es que lleva más de
cinco minutos sin decir nada. Eso es algo sobrenatural. Pero necesito que me
diga algo, ya siento que estoy hablando con la pared. Con un chasquido de dedos
Celeste reacciona.
—No puedo
creerlo ¡Tiene que ver con aquello! ¿Qué pasa si esto sigue ocurriendo todos
los años? ¿Y si se pone peor? —Me mira
con horror—. Es que nosotras no escarmentamos ¡No deberíamos ni celebrar esta
fecha!
No puedo
evitar sentir un escalofrío subir por mi columna vertebral.
—Ni lo digas —respondo
asustada—. Creo que ya es hora de visitar a Oleska.
Celeste habla
de algo que nos ocurrió hace muchos años. Apenas éramos unas adolescentes.
Mis padres habían asistido a una fiesta del
trabajo y yo logré convencerlos para que en vez de dejarme en casa de la
abuela, Celeste se quedara en la mía haciéndome compañía. Como buenas niñas
inventoras dejamos la pijamada de lado y encendimos velas, corrimos cortinas y
apagamos la televisión. Ella sacó de su mochila una especie de tabla, la colocó
en el suelo y dijo:
—Vamos a empezar…
Me senté frente a ella contemplando la tabla
fijamente.
—¿Hay alguien ahí? —Preguntó iniciando la sesión.
Por supuesto nadie contestó.
Comencé a reírme porque ella resoplaba y
decía palabrotas. Cuando estuvo a punto de darse por vencida, el pequeño
triángulo comenzó a moverse. Lo realmente terrorífico es que sus manos estaban
lejos de la tabla y las dos mirábamos cómo se movía solo y nos deletreaba algo.
—666
Y justo en ese instante la ventana de mi
cuarto se abrió de golpe y todas las velas del cuarto se apagaron.
Celeste en un ataque de pánico cogió la
tabla y la lanzó contra la pared.
—¿Qué haces? —Grité espantada—. ¡No cerraste
la sesión!
—No pienso volver a jugar eso más nunca. No
me importa si no la cerré.
Cabe destacar
que pasamos la noche aterradas. Rezando y deseando que mis padres llegaran
pronto. Desde ese día todos los 31 de octubre de cada año nos pasan cosas
sobrenaturales, nos espantan, escuchamos gritos, sentimos que alguien nos toca
el hombro. Lo que entró esa noche por la ventana de mi habitación jamás se ha
ido y se mantiene con nosotras.
—¿Qué hora es?
—Le pregunto porque quiero irme ya y que este día acabe.
—Las doce,
Mika.
Y la única
vela que alumbra la cocina se apaga.
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Bueno les dejo unas foticos por aquí de mis niños loquitos jajajajaja
Lo que sucedió con ese disfraz se los cuento ya será el 14 de Febrero <3
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